Luís Pedro Bráviz
Organista.
Hemos llegado a la Meta. Después de casi cuatro años intensos de trabajo, podemos decir que la distonía ha quedado desterrada, tal vez en un leve recuerdo, tal vez en la nada.
Y digo trabajo, y no lucha, porque durante todo este tiempo no ha sido mi adversario, mi enemigo. No, ha sido compañera de viaje durante muchos años, creadora insaciable de desavenencias constantes, de desencuentros, y claro, ante lo incómodo, ante lo desestabilizante, se impone la desconsideración, el desprecio, y finalmente –feliz en este caso- el olvido.
No ha sido fácil, y en ocasiones -muchas- las fuerzas para seguir avanzando parecían diluirse en un mar de dudas ante la falta de sensaciones ilusionantes de progreso, o ante la aparición de viejos e indeseados “fantasmas”.
Pero, como el “himalayista” que necesita aclimatarse a la altura, ascendiendo poco a poco para luego volver al campo base, así se iba consolidando el progreso. Un período de inestabilidad no significaba otra cosa que un impulso contundente para afianzar buenas sensaciones y avanzar claramente en el proceso de curación, a modo de curioso y sorprendente “efecto rebote”. Gracias sinceras a todo el equipo del Institut, a Cristina, al Doctor Jaume Rosset, y muy especialmente, a Silvia Fàbregas, sin cuyo trabajo, dedicación y apoyo inestimables, este final feliz no hubiera sido posible.