Francisco San Emeterio

adrià

Pianista y profesor del conservatorio “Jesús de Monasterio” de Santander.

Los primeros síntomas se manifestaron en el año 2002. No había percepción de dolor y consistían en una pérdida gradual de las habilidades motoras observable únicamente sobre el instrumento.

En menos de un año, el incremento de la afección extendió los problemas a otras actividades –ordenador, cubiertos, aseo-. Tras un periodo de constante y progresiva adecuación del repertorio a los problemas crecientes, llegaría la total imposibilidad de una mínima práctica interpretativa y el consiguiente cese de la misma.

Visité diversos especialistas sin encontrar respuestas ni soluciones. Se arguyeron causas psicológicas. Cuando a finales de 2004 acudí al Institut ya conocía la enfermedad. Apenas tenía un 10% de control del movimiento sobre el teclado.

Tras unos quince meses de unas tres horas ejercicios diarios, supervisadas por regulares encuentros con el equipo del Institut de Fisiologia i Medicina de l'Art, recuperé el 90% de control de la movilidad de mi mano. La vocación, el apoyo y la entrega de la fisioterapeuta Sílvia Fàbregas fueron vitales para el éxito del proceso.

En estos años he cuidado la intensidad y el modo de estudio teniendo en cuenta procedimientos aprendidos durante mi tratamiento. En la actualidad practico unas tres al día y doy recitales a solo y de cámara una o dos veces al mes, aparte de las intervenciones en las numerosas audiciones que forman parte de mi trabajo en el conservatorio.

Hoy no noto ningún síntoma que me recuerde que tuve distonía. Puedo afirmar que he alcanzado un 100% de curación.

Un consejo: es imprescindible seguir de manera estricta, en modo y plazos, las recomendaciones del equipo del Institut. Olvidaos por completo de introducir inventos personales o de tocar a escondidas. Es un proceso largo y pesado y hay momentos de duda. Yo tuve mucha fe: su experiencia y los numerosos casos de curación total supusieron la mejor garantía.